DOMINGO 32 DURANTE EL AÑO
Mensaje del libro de Sabiduría 6,12-16
La Sabiduría divina es luminosa, proyecta su luz sobre los que la buscan y ayuda a responder a las inquietudes más profundas del ser humano. Basta desearla para encontrarla, porque ella se anticipa para darse a conocer, ella está sentada a puerta de la casa y por todos los caminos.
No se comporta como una mujer esquiva, que hace desaires. Al contrario: se hace la encontradiza para los que la aman, para los que la desean y la buscan. El verdadero conocimiento de Dios no es el resultado de una esforzada elaboración intelectual, es un don que se ofrece con generosidad a cuantos se disponen a recibirlo con un corazón abierto: “ella misma se da a conocer a los que la desean. Quien madruga por ella, no se cansa: la encuentra sentada a la puerta” (vv13-14).
El sabio nos invita a buscar la Sabiduría, a amarla y meditar en ella para alcanzar la verdad, la profunda verdad que va de la mano de los designios de Dios.
Textos paralelos
Prov 8,17; Eclo 6,27; Mt 7,7-11; Jn 14,21; Prov 1,20s; Eclo 15,2; Sab 8,2s; Is 65,1s.24; 1 Jn 4,10.
Mensaje de la 1º carta a los Tesalonicenses 1Ts 4,13-18.
La muerte de algunos amigos y cristianos de la comunidad de Tesalónica habría afectado profundamente a los otros hermanos. San Pablo los consuela avivando en ellos la fe que les había enseñado respecto a la resurrección de los muertos. Ellos no deben comportarse igual que los hombres que no tienen esperanza, el Apóstol enseña que no será así, que todos los que hayan muerto en Cristo también serán llevados con Jesús y estos precederán a los que aún están vivos. Esta es la esperanza de la vida eterna, la esperanza del cristiano que la muerte no es el último estadio de nuestra vida, que la vida en este mundo es sólo el tránsito a la vida eterna.
La esperanza en la resurrección se funda en el hecho de que Jesús ya ha resucitado y en la convicción de que todos los creyentes que mueren en Jesús alcanzan la vida. Cristo es «el primogénito de los muertos» (Col 1, 18), el es también nuestra cabeza, principio de unidad y solidaridad de todos los miembros que forman un mismo cuerpo. Si Cristo es la cabeza y ha resucitado, también resucitarán todos los que crean en Él.
Textos paralelos
Eclo 48,11; 1 Cor 15,23.51; Mt 24,30s; Jn 14,2s; 17,24; 1 Cor 15,52; 2 Ts 1,7s
Mensaje del Evangelio de san Mateo 25,1-13.
En la lectura de hoy Nuestro Señor Jesucristo nos deja claramente expresado que los cristianos debemos estar siempre vigilantes, ya que la invitación que Él nos hace es el de estar atentos “porque no se conoce ni el día ni la hora” (Mt 25,13) de su llegada
La parábola de hoy comienza diciendo: «El Reino de los Cielos será semejante a diez muchachas que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio«. La narración quiere hacer notar el contraste que hay entre la actitud de las muchachas consideradas como sensatas y las necias. La sensatez y el estar atentos según San Mateo, hace referencia a las personas que escuchan el mensaje del Señor y la ponen en práctica, «Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca” (Mt 7,24). Mientras que la actitud del necio es la escucha la Palabra, pero no la práctica.
Vigilar, estar atentos a la llegada del Señor, es la sabiduría de la que nos habla la primera lectura, que nos asegura que: “va de un lado a otro buscando a los que la merecen” (Sab 6,16). Esta sabiduría no consiste propiamente en tener grandes conocimientos científicos, sino es más bien tener un conocimiento y una experiencia profunda de relación con Dios y su presencia salvífica. Es de esta sabiduría la que también nos habla el evangelio, sabiduría y prudencia que se refleja en las muchachas que están preparadas adecuadamente para la llegada del novio. En este sentido San Mateo compara el Reino de los cielos con un banquete de bodas, y subraya la necesidad de estar preparados y atentos para que nadie se quede fuera de este banquete, porque no se sabe con exactitud el momento de su llegada (Mt 24,42).
El Reino que vino a instaurar Jesús, es uno basado en el amor, este amor hace fecunda y creíble nuestra fe. En momentos como los que hoy vive la humanidad, cuánta luz necesita ser irradiada, cuánto aceite se necesita en las lámparas; los cristianos como discípulos misioneros del Evangelio están llamados a ser luz en medio de las penumbras, a tener el aceite suficiente para alimentar sus lámparas; a tender la mano en medio de la tormenta para que todos sean salvados, para que todos lleguen a buen puerto en medio de esta pandemia.
Así, cuando el banquete esté listo, todos podrán entrar irradiando la luz de la caridad, solidaridad y generosidad.
Textos paralelos
Lc 12,35-38; Lc 13,25; Mt 24,42; Mc 13,33.
Por: Javier Silva Aparicio
Responsable de la Sección de Animación Bíblica
Área de Evangelización – CEB