Y USTEDES ¿QUIÉN DICEN QUE SOY YO?
DOMINGO 21 DURANTE EL AÑO
Mensaje del profeta Isaías 22, 19-23
En Jerusalén reina Ezequías, Sobná ocupa el cargo de mayordomo de palacio y el rey lo destituye. Parece que a este mayordomo se le ha subido el cargo a la cabeza, pues se ha construido un palacio y un mausoleo excavado en la roca (v. 16) y presume por las calles paseando en su carroza como si fuera un rey (v. 18). Por mandato de Dios el profeta Isaías dirige su crítica a Sobná. El hecho de que el rey lo destituya indica que ha sido destituido por Dios, sobre todo porque este mayordomo quería realizar alianzas con extranjeros para declararle la guerra a Asiria contra la voluntad de Isaías el profeta del Señor, confiando más en las alianzas humanas que en la promesa divina.
Eliaquim, es ascendido a ocupar el cargo de Sobná, vestido con su túnica, ceñido con su banda, y adornado con sus mismos poderes, por lo que de forma permanente llevará los signos del poder: la túnica y la banda (cf. Lv 8. 13), y su poder será total. Tiene además colgada al hombro la llave, ya que es el único que puede abrir y cerrar el palacio (2 Sm 20, 3; Neh 12.,37). Y de la misma manera que el clavo, fijada en tierra sujeta toda la tienda, de la misma manera este mayordomo sujetará a su pueblo, pero no para oprimirlo o buscar sus propios intereses, sino el bienestar de los demás. Su poder va a ser tierno y cercano como el de un padre con su hijo, una autoridad de servicio y de entrega.
Mensaje de la Carta a los Romanos 11.33-36
San Pablo nos ofrece una bellísima oración de acción de gracias, un himno de homenaje a la grandeza de Dios, himno en el que reconoce la debilidad humana que se postra reverente ante Dios incomparablemente poderoso y sabio, que nos ha dejado entrever sus maravillosos designios, lo que lleva a reconocer la hondura de su sabiduría y ciencia que es como un abismo que resulta imposible conocerlo en toda su profundidad
Del mismo modo, la sabiduría de Dios es un abismo que muchas veces se nos presenta como una locura (1 Co 1, 25). Esta sabiduría de Dios es, en definitiva, el mismo Jesucristo. Es en Él en quien están escondidos los tesoros de la sabiduría y la ciencia (Col 2, 3). Y Jesús nos ha colmado con la riqueza de la sabiduría de su Palara, que es preciso anunciarla a todos los hermanos (Ef 3,8)
En los v.34-35, el Apóstol recurre a textos de la Escritura (Is 40:13; Job 41:3) para expresar su sentimiento de obediencia y docilidad a la soberanía divina, poniendo de relieve (v.36) que todo viene de Dios como creador, que todo subsiste por Él, y todo tiende a Él. Así san Pablo concluye con una la doxología: “A Dios sea la gloria por siempre. Amén.”
Mensaje del Evangelio de san Mateo 16, 13-20
El Evangelio de hoy consta de dos partes. En la primera (Mt 16,13-16) ante la pregunta de Jesús ¿Quién dice la gente que es el hijo del hombre? Ellos le contestaron, unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros Jeremías o uno de los profetas. Lo que denota que la gente asemeja a Jesús a personajes conocidos del Antiguo Testamento, o como una reencarnación de Juan el Bautista (cf. 14,2) o Elías, cuyo retorno esta anunciado por Malaquías (3,23) así como del profeta Jeremías (cf. 2 Mac 15, l3ss). En todo caso, ven en Jesús una continuidad con el pasado, un enviado de Dios como los del Antiguo Testamento. No han logrado comprender su condición única y original. No han descubierto la novedad de su mesianismo.
Cuando el Señor interroga a sus discípulos sobre su procedencia, las palabras de Pedro son una autentica profesión de fe “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios”. San Mateo a diferencia de san Marcos que dice en 8,29: “Tú eres el Mesías” y san Lucas “Tu eres el Mesías de Dios” (Lc 9, 18-21), san Mateo completa lo dicho por los dos evangelistas, oponiendo el Mesías Hijo de Dios (cf. 3,17; 17,5) al Mesías hijo de David que el pueblo esperaba.
Pedro confiesa a Jesús como Mesías e Hijo de Dios vivo, dos afirmaciones fundamentales que recogen el credo básico de la comunidad de Mateo y está presente en todo el Evangelio. San Mateo deja claro desde el principio de su obra que Jesús es el Mesías esperado enviado a Israel (Mt 1,1), y es el Hijo de Dios (Mt 2,15; 3,17; 27,54; 28,16-20) obediente en todo a la voluntad del Padre.
En la segunda parte (Mt 16,17-19) es Jesús quien revela la identidad de Pedro y le encarga una nueva misión. Simón es felicitado con una bienaventuranza por proclamar su fe en Jesús (v. 17). Llama a Pedro por su nombre: “Simón”. “Bar-Jona” hijo de Jonás; Jesús declara dichoso a Simón por el don recibido. Es el Padre de Jesús quien revela a las personas la verdadera identidad de su Hijo. Es el Padre quien revela al Hijo a la gente sencilla y es el Hijo quien revela al Padre (Mt 11,25-27).
La fe profesada por el apóstol se constituye en el sólido fundamento sobre el que se asentará el edificio del nuevo pueblo de Dios, la Iglesia. Esta es la nueva misión que le espera a Pedro como administrador responsable y fiel al que el Señor confiará el poder de las llaves y la capacidad de atar y desatar. Imágenes que expresan la autoridad para interpretar la ley y adaptarla a nuevos escenarios y contextos que vivirá la Iglesia.
Por: Javier Silva Aparicio
Responsable de la Sección de Animación Bíblica
Área de Evangelización – CEB