5 julio,2024
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Comentario Bíblico: Domingo de la Transfiguración del Señor

ÉSTE ES MI HIJO QUERIDO, MI PREDILECTO, ESCÚCHENLO

Mensaje de Daniel 7, 9-10. 13-14

Daniel presencia la majestuosa visión de Dios, que en contraste con la visión de las cuatro bestias  que emergen del caos violento (Dn 7,1-8). El vidente observa que se colocan unos tronos, donde “un anciano de día se sentó”. Esta escena nos remite al libo de 1 Re 22, 19: “He visto a Dios sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba de pie junto a él, a su derecha y a su izquierda”.

El anciano, lleva un vestido que resplandece como la nieve, su blancura simboliza la inocencia y su cabello blanco representa su experiencia como Señor del universo. La descripción del trono que tiene “llamas de fuego” y sus “ruedas un fuego ardiente”, rememora las visiones de Ez 1, 4-28 y 10, 2-23. En las Sagradas Escrituras, el fuego es signo de la teofanía de Dios (cf. Ex 24, 17; Dt 4, 24; 9, 3) y también de castigo divino (cf. Sal 50, 3; 97, 3-4; Ap 20, 14). E incontables miles de miles le sirven en una afectuosa adoración ante el trono (cf. Dt 33, 3; 1 Re 22, 19; Is 6, 1-3). La imagen de esta escena da a entender la imponente magnificencia y el supremo poder del Señor que ejerce su autoridad sobre el reino de las bestias.

En la escena aparece ahora la misteriosa figura de apariencia humana, que aparece “con las nubes del cielo”. Al llegar junto el anciano “se le dieron el dominio, la gloria y el reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su dominio es eterno que no pasará, y su reino es un reino que no será destruido (7, 14). A diferencia de las bestias que emergen de las aguas caóticas y son destruidas (Dn 7,1-8), el personaje de apariencia humana aparece entre las nubes del cielo, que es el esfera de Dios, por ende participa de la realeza divina.

Mensaje de 2Pedro 1, 16-19

Los apóstoles fueron testigos del poder de la venida (parusía) del Señor resucitado, fueron testigos oculares de la irrupción del Hijo de Dios en el mundo.

Al retrasarse la parusía, empezó a correrse la voz de que la anunciada venida de Cristo solo era un cuento, una invención engañosa. Ante esta situación la segunda carta de san Pedro, exhorta a los creyentes a mantenerse firmes en la esperanza de la promesa hecha por el Señor. Para garantizar la seguridad de la esperanza cristiana, el autor de la carta presenta dos pruebas: la transfiguración de Jesús (vs. 16-18) y lo anunciado en el Antiguo Testamento (v. 19).

Junto al testimonio ocular de parte de los discípulos se mencionada como argumento de credibilidad la profecía (cf. Rom 4,16; Heb 2,2). Ya los profetas habían anunciado la venida del reino de Dios, en el que Dios se manifestaría claramente, como en el mundo celeste (Is 37,27; 48,35; Ap 21,3). Por lo que la venida gloriosa de Cristo no es un cuento o un mito.

Mensaje del Evangelio de Mateo 17, 1- 9 

El texto comienza con la afirmación “seis días después” Jesús toma a tres de sus discípulos, de los cuatro primeros que llamo para que le siguieran (Mc 1,16-20), son los mismos que presenciaran la resurrección de la hija de Jairo (Mc 5,37) y le acompañaran en su agonía en Getsemaní (Mc 14,33). Los lleva para que fueran testigos de su transfiguración, de su gloria anticipada, de su poder sobre la muerte. Y sube con ellos a un monte alto, recordamos que los lugares altos son espacios de encuentro con Dios (cf. Gn 22.2.14; 1 Re 18,9), evoca además al monte Sinaí donde en el pasado el Señor había manifestado su voluntad al pueblo, consignando la ley a Moisés (Ex 24, 29-35). Es el lugar donde Jesús se transfigura, es decir, cambio de forma, de apariencia y sus vestidos se volvieron tan blancos como la luz.

Es en esa misma esfera celestial que aparecen Elías y Moisés, dos grandes autoridades del A.T. que representan a los profetas y a la ley, que también habían anunciado el Reino de Dios y que ambos habían hablado Dios en el monte Sinaí (Ex 3,1ss; 1Re 19,9-13). Ahora conversan con Jesús. Este escena pone de manifiesto que el ha venido a dar cumplimiento la revelación contenida en la Ley (Moisés) y en los Profetas (Elías). De ahí la presencia de estos dos personajes que luego desaparecen al final de la escena.

Ante esta magnifico acontecimiento Pedro manifiesta su alegría y entusiasmo por esta experiencia y quiere construir tres tiendas, queriendo quizá retener a las tres figuras celestiales el mayor tiempo posible. Sin embargo la intención de Pedro es errada ya que la lectura afirma que “no sabía lo que decía, ya que estaban llenos de miedo” (v.6).

Enseguida aparece una nube que es signo de la presencia divina, y desde la allí se escucha la voz de Dios (cf. Mc 1,11) que designa a Jesús como “Hijo querido, mi predilecto” (cf. Is 42,1; Sal 2,7; Gn 22,2),  a quien los discípulos deben escuchar, es decir, que deben estar dispuestos a aceptar el mensaje de su pasión y muerte en cruz antes de su resurrección.

Durante el descenso Jesús les da la instrucción de  guardar silencio de lo que han presenciado, hasta que el Hijo del Hombre resucite.

Autor: Javier Silva Aparicio

Sección Animación Bíblica

Àrea de Evangelización – CEB

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