PRIMERA LECTURA: MI 3, 1-4. Entrará en su templo el Señor a quien ustedes buscan.
El texto bíblico relata la Presentación de Jesús en el templo. Son tres los personajes que se anuncian en el texto: «mi mensajero, el Señor, el mensajero de la alianza». El mensajero se ha identificado en la tradición cristiana con Juan el Bautista (Mt 11,10). Con imágenes propias se describe la obra de purificación que Yahvé llevará a cabo para separar el mal del bien, y concluye con el resultado final: ofrecer a Yahvé, una ofrenda agradable. Interesa especialmente el «mensajero de la alianza», porque es una constante de la teología profética.
SEGUNDA LECTURA: Hb 2, 14-18. Debió hacerse semejante en todo a sus hermanos.
Después de haber afirmado el hecho de la mediación única y perfecta de Cristo (2,9-10), se explica ahora su modalidad y sus efectos. Jesús nos salva viviendo la condición humana hasta el último limite de sus posibilidades (vv.14.17). La única realidad humana no asumida por Cristo fue el pecado (4,15). El primer efecto de esa redención es la liberación de la esclavitud de la muerte (v.15) que es la principal expresión del poder del mal sobre el ser humano. Con la muerte y en la muerte de Cristo, la humanidad, por primera vez en su historia, vive su máxima adhesión a Dios. Por último, la experiencia concreta de nuestras debilidades cotidianas hace al Salvador capaz de una compasión efectiva para con nosotros (vv.17-18). Así, Jesús haciendo semejante a los humanos, ha llegado a ser el Sumo Sacerdote misericordioso y fiel en el servicio de Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo.
EVANGELIO: Lc 2,22-40. Mis ojos han visto la salvación.
La liturgia nos propone tomar cirios encendidos e ir al encuentro de Cristo. Iluminados, portadores de la luz, también iluminemos, para que todos puedan a contemplar la luz verdadera. La luz en los ojos y la espada en el corazón: con estas dos imágenes se resume la fiesta de hoy y en realidad, el modo de vivir de quien cree en Jesucristo y lo sigue día tras día. Jesús, el Señor, es la «luz para iluminar a los pueblos y gloria de tu pueblo Israel», como afirma el anciano Simeón en el templo. La espada en el corazón es, claramente, la que el mismo Simeón anuncia a María como su propio destino: la participación en la Pasión del Hijo. Se ha dicho que el anuncio de Simeón es el segundo anuncio que recibió María, después del arcángel San Gabriel. En el primero, le fue anunciado a la Virgen, su vocación a ser la Madre de Dios: fue un anuncio alegre y sorprendente. El segundo anuncio a María, el del anciano profeta, se refiere al sufrimiento del Señor Jesús, que vino a ofrecerse en sacrificio de expiación por nosotros.
En esta fiesta tan importante, en lugar de las preguntas, te proponemos que organices una pequeña celebración en tu hogar en honor de la la Mamita de la Candelaria.
«Hoja Dominical Día del Señor»
