«¡Alégratel, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1,28)
La Inmaculada Concepción de la Virgen María, como verdad de fe, fue declarada por el Beato Pio IX en el año 1854: «La bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano» (Bula Ineffabilis Deus).
- La Virgen María recibe con asombro el anuncio del ángel: «quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo»; aprecia su valor y se alegra por la confianza y ternura que trae consigo.
- La Virgen María a través de su fidelidad cotidiana al bien, conserva «puro el Corazón inmaculado en el que, por gracia de Dios, fue concebida» (Papa Francisco, Ángelus); así permite que crezca en ella el don de Dios para responder: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho» (Lc 1,38).
«Virgen inmaculada, […] guía tú a sus hijos en la peregrinación de la fe, haciéndolos cada vez más obedientes y fieles a la palabra de Dios. Acompaña tú a todos los cristianos por el camino de la conversión y de la santidad […]. Obtén tú, una vez más, paz y salvación para todas las gentes. El Padre eterno, que te escogió para ser la Madre inmaculada del Redentor, renueve también en nuestro tiempo, por medio de ti, las maravillas de su amor misericordioso. Amén». (San Juan Pablo II).
Hoja Dominical «Día del Señor»
Video gentileza: Caballeros de la Virgen de Ecuador