En el marco de nuestra reflexión dominical en clave ecológica, las lecturas nos invitan a redescubrir nuestra vocación como custodios de la Creación, un regalo de Dios que refleja su amor y su gloria. Desde la esperanza luminosa del profeta Daniel, pasando por la confianza en el Señor proclamada en el Salmo, el sacrificio perfecto de Cristo en la Carta a los Hebreos, hasta los signos del tiempo que Jesús señala en el Evangelio, encontramos un llamado profundo a cuidar nuestra casa común. Que esta reflexión nos impulse a ser signos de esperanza y agentes de transformación en el mundo.
PRIMERA LECTURA
La profecía de Daniel 12, 1-3 invita a reflexionar sobre el papel de la humanidad en el cuidado de la Creación destacando que los “prudentes” y los que enseñan “la justicia” brillarán como estrellas, lo que puede interpretarse como un llamado a la responsabilidad de custodiar la Creación como una expresión de sabiduría y justicia. En tiempos de tribulación, como los mencionados en el texto bíblico, la humanidad está llamada a responder con acciones que preserven la vida y promuevan la armonía con la naturaleza, reconociendo que toda la creación está inscrita en el “Libro de la Vida”.
SALMO RESPONSORIAL
El Salmo 15, 5. 8-11; nos inspira profundamente en el cuidado de la Creación, conectando nuestra relación con Dios con el respeto y la protección de la casa común. La proclamación “Protégeme, Dios mío, porque me refugio en Ti” nos recuerda que Dios es nuestro refugio y fuente de vida, y que la creación misma es un reflejo de su amor y cuidado providente. Este Salmo nos anima a vivir en comunión con Dios, lo cual incluye el respeto por su obra creadora, regocijándonos en su presencia y comprometiéndonos a cuidar la tierra como un camino de vida plena, gozo y felicidad eterna.
SEGUNDA LECTURA
La lectura de Hebreos 10, 11-14.18 nos invita a reflexionar sobre el cuidado de la Creación, entendiendo la vida y el sacrificio de Cristo como el culmen de una oblación plena y transformadora que restaura nuestra relación con Dios, con los demás y con el mundo. Así como Cristo ofreció un único sacrificio perfecto que nos libera del pecado, estamos llamados a reconocer la insuficiencia de las prácticas humanas que dañan la creación y adoptar un estilo de vida coherente con el plan redentor de Dios. Su sacrificio nos santifica y nos hace partícipes de su misión, invitándonos a actuar con justicia, amor y respeto hacia la casa común, evitando los “sacrificios” inútiles que deterioran la tierra y no aportan verdadera redención.
EVANGELIO
El Evangelio de Marcos 13, 24-32 nos presenta una visión que nos invita a la vigilancia y a reconocer los signos de los tiempos, incluyendo nuestra responsabilidad ecológica. Las imágenes del sol que se oscurece, la luna que deja de brillar y las estrellas que caen nos recuerdan la fragilidad del cosmos y la urgencia de cuidar la Creación como un don precioso de Dios. Jesús nos invita a aprender de la higuera, observando cómo la vida se renueva en los ciclos naturales, y a estar atentos a los signos que nos muestran la cercanía de la plenitud del Reino. Esto nos anima a actuar con esperanza y compromiso, protegiendo la tierra y promoviendo un equilibrio ecológico que refleje la armonía divina. Al afirmar que «mis palabras no pasarán,» Jesús subraya que su mensaje de vida y cuidado permanece vigente: cuidar la Creación no solo es un acto de justicia, sino una respuesta fiel a su llamado de vivir en comunión con Dios, con los demás y con el mundo que nos rodea.
A MODO DE CIERRE
La Palabra de Dios nos interpela a asumir nuestra vocación como custodios de la Creación, reconociendo en ella un reflejo del amor y la gloria divina. El cuidado de la Creación no solo es un acto de justicia, sino una expresión de fe y gratitud hacia el Creador, quien nos confía esta misión con esperanza y responsabilidad. Como nos recuerda el Papa Francisco en Laudato Si’: “La Creación puede solo sobrevivir si hay instituciones políticas responsables, marcadas por una cultura que privilegie el bien común” (LS, 197). Que esta reflexión nos anime a ser luz de esperanza, trabajando con amor por un mundo más justo y sostenible.
Por E. Marcial Riveros Tito