Invitados al banquete del Señor,
compartimos nuestra vida y nuestro pan,
con su Sangre y con su Cuerpo
inundados de su amor,
nuestras manos se entrelazan para dar.
–
Oh Banquete sagrado,
Pan de vida eterna,
Pan del pobre y hambriento,
que va caminando sediento de paz. (2)
–
Tu entrega amorosa en comunión,
es prodigio que renueva nuestro ser,
asumidos por tu gracia,
consumidos por tu luz,
fortaleces nuestros pasos al andar.