DOMINGO 33 DURANTE EL AÑO (CICLO B)
PRIMERA LECTURA: Dn 12, 1-3. En aquel tiempo, será liberado de tu pueblo.
Este texto habla del final de los tiempos con imágenes y signos extraordinarios: busca traer luz y esperanza en momentos de angustia. La aparición del arcángel Miguel indica que Dios intervendrá; pero no será como esperan los hombres, sino según la soberana libertad de Dios.
A pesar de los terribles sufrimientos que traerá la conflagración universal, los elegidos de Dios, cuyos nombres se encuentren escritos en el libro de la vida (Ex 32, 32-33), se salvarán: los que duermen despertarán, volverán a la vida. Esto es importante. Es la primera vez que, en la Biblia, se habla de la resurrección, de la vida más allá de la muerte.
SEGUNDA LECTURA: Hb 10, 11-14.18. Mediante una sola oblación, Él ha perfeccionado para siempre a los que santifica.
La “carta” a los Hebreos presenta los efectos del sacrificio de Cristo. A los muchos sacrificios se contrapone el único sacrificio de Cristo. Los ritos y sacrificios de la antigua alianza, no dan la salvación, porque no lo pueden. Sólo Jesús, con el único sacrificio de su vida, una vez para siempre, trae la salvación definitiva.
El autor afirma que la nueva alianza anunciada por el profeta Jeremías (10,16-17) se hace realidad en y por Jesús. El sacrificio de Cristo anula la ley como institución de salvación y otorga la salvación y la perfección plena con el perdón de los pecados.
EVANGELIO: Mc 13, 24-32. Congregara a sus elegidos, desde los cuatro puntos cardinales.
El Evangelio de este domingo habla sobre las cuestiones finales. El sol, la luna, las estrellas, todas las divinidades paganas, con todo lo que significan, entrarán en crisis, se oscurecerán. La llegada gloriosa del Hijo del hombre significa su triunfo sobre ellos (v 26). La imagen del sistema cósmico que se desmorona es signo de la liberación y de la salvación, más allá de la angustia y frustración (v 27). La higuera ofrece la clave para su interpretación (v.28).
El Hijo del hombre representa la plena y total liberación; encarna la esperanza, el advenimiento y la consolidación de los valores auténticos. La competencia del Padre respecto al día y a la hora evidencia su amor para con los discípulos y su relación paternal con todos ellos, que serán congregados de donde sea que se encuentren.
La llegada del Hijo del hombre (13,26), así como «el día aquel», por un lado, no es un acontecimiento único y, por otro, tampoco es propiamente el fin, sino que se va realizando en la historia (personal y colectiva): cuando vean suceder estas cosas (v 29). No se trata del fin de la historia, sino de los «dolores» o «angustias» que le preceden, en la perspectiva del «alumbramiento». Por eso, lo importante, más que en conocer el momento y la fecha del cuándo sucederá, radica, fundamentalmente, en saber que se está en buenas manos, en las manos del Padre. Por tanto, podemos fiarnos plenamente en su amor, en su omnipotencia, en su soberana misericordia y bondad.
Preguntas de Reflexión:
¿Con qué actitudes espero el Retorno Glorioso del Señor? ¿Con miedo, con confianza? ¿Por qué?
Jesús, el Hijo del hombre, está actuando en nuestras vidas y comunidades, ¿en qué signos los descubro?
Hoja Dominical «Día del Señor»
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