6 diciembre,2024
InicioDestacado“Prendimiento y liberación de los testigos de Jesucristo” (Hch 5,17-26)

“Prendimiento y liberación de los testigos de Jesucristo” (Hch 5,17-26)

Encuentros de formación misionera en torno a Hechos de los Apóstoles

Texto: Hechos 5,17-26

Entonces el sumo sacerdote y los suyos, es decir, el partido saduceo, llenos de celos, hicieron arrestar a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública.  Pero de noche el ángel del Señor les abrió las puertas, los sacó de la prisión y les encargó: “Vayan al templo y anuncien al pueblo este nuevo modo de vida”. Los apóstoles obedecieron y por la mañana muy temprano entraron al templo y se pusieron a enseñar.

Entre tanto, se presentó el sumo sacerdote con los suyos, convocaron el Consejo y a todo el senado del pueblo de Israel, y enviaron gente a la cárcel para traerlos. Cuando los guardias llegaron a la prisión no los encontraron y volvieron con este informe: “Encontramos la cárcel asegurada con cerrojos, los guardias de pie junto a la puerta; abrimos y no encontramos a nadie dentro”. Al oír el informe, el comisario del templo y los sumos sacerdotes quedaron desconcertados, sin entender lo que había sucedido.

En ese momento se presentó uno y anunció: “Los hombres que ustedes encarcelaron están en el templo instruyendo al pueblo”. Entonces el comisario del templo salió con sus ayudantes y trajeron a los apóstoles, pero sin violencia, porque temían que el pueblo los apedrease.

Estudiando y meditando

El texto relata la segunda persecución contra los Apóstoles. En la primera (Hch 4,1-22) son Pedro y Juan los reprimidos por el poder religioso, político y militar del templo. En la segunda, todos los Apóstoles son perseguidos por el sumo sacerdote y los saduceos, quienes concentran el poder político y religioso en torno al templo de Jerusalén. La represión es violenta porque meten a todos en la cárcel, esta situación sin duda fue habitual en la vida de las primeras comunidades cristianas.

Pero el encarcelamiento va acompañado de la liberación: “El ángel del Señor les abrió las puertas, los sacó de la prisión”, y del mandato de continuar con la labor misionera: “Vayan al templo y anuncien al pueblo este nuevo modo de vida”. Los Apóstoles, a pesar de los peligros que enfrentan y las prohibiciones impuestas, siguen dócilmente el mandato y continúan anunciando la Buena Nueva: “Obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 4,19).

La predicación de los Apóstoles se hace en torno al templo de Jerusalén, el lugar en el que se privilegiaba el culto ahora es lugar de enseñanza para todo el pueblo, no solo para quienes pueden cumplir las prescripciones rituales. Jesús mismo dignifica el templo cuando hecha a los mercaderes del templo acusándolos de haberlo convertido en cueva de asaltantes, enseñando diariamente en el templo (cf. Lc 19,45-48).

Reflexionemos

En Evangelii Gaudium el Papa Francisco afirma que “la fe siempre conserva un aspecto de cruz, alguna oscuridad que no le quita la firmeza de su adhesión” (42).

¿Cómo afrontamos las dificultades en nuestras comunidades eclesiales?
¿Qué podemos hacer en nuestras comunidades eclesiales para que la fe permanezca aun en medio de las dificultades?

Celebrando

  1. Leemos nuevamente el texto bíblico. Después de un momento de silencio, compartimos la frase del texto bíblico que más nos llama la atención y cómo la asumimos en nuestra vida.
  2. Orar en comunidad con el Salmo 86,1-13

Inclina tu oído, Señor, respóndeme,
que soy un pobre desamparado.
Guarda mi vida, que soy un fiel tuyo,
salva a este tu siervo
que confía en ti, Dios mío.

Ten piedad de mí, Dueño mío,
que a ti clamo todo el día:
anima la vida de tu siervo,
pues por ti suspiro, Dueño mío.

Tú, Dueño mío, eres bueno e indulgente,
misericordioso con cuantos te invocan.

Escucha, Señor, mi plegaria,
atiende a la voz de mi súplica.
Cuando te invoco angustiado
dígnate responderme.

Ningún dios hay como tú,
Dueño mío, ninguna obra como las tuyas.
Si tú actúas, todas las naciones
vendrán a postrarse ante ti, Dueño mío,
y glorificarán tu Nombre.

¡Qué grande eres, autor de maravillas,
sólo tú eres Dios!

Enséñame, Señor, tu camino
para que camine con fidelidad a ti;
unifica mi corazón para que respete tu Nombre.

Te daré gracias de todo corazón,
mi Dueño y mi Dios,
honraré siempre tu Nombre,
porque tu amor es grande,
oh Altísimo, y me libraste del Abismo profundo.

  1. Se hacen peticiones espontáneas.
  2. Cada persona expresa un compromiso de vida.

Preparando el próximo encuentro

En el próximo encuentro reflexionaremos en torno al bautismo en los Hechos de los Apóstoles, Hch 2,37-41.

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